MÁS ACTIVIDAD PARA REDUCIR LA OBESIDAD EN NIÑOS
|La obesidad se ha convertido en la enfermedad crónica más prevalente en España. Según los datos del Estudio Aladino 2015, obtenidos a partir de una muestra representativa de niños y niñas de 6 a 9 años de todas las comunidades y ciudades autónomas, la prevalencia del sobrepeso es del 23,2%, y la de la obesidad, del 18,1%.
Julio Álvarez Pitti, vocal de Actividad Física del Comité de Promoción de la Salud de la Asociación Española de Pediatría (AEP), explica que “la obesidad empeora la calidad de vida del menor que la padece, favoreciendo la aparición de dolor musculoesquelético, limitando la capacidad para jugar con iguales y disminuyendo, en ocasiones, su autoestima. Además, está relacionado con la aparición incluso durante la infancia y adolescencia de enfermedades que acortan notablemente la vida como la hipertensión arterial, las dislipemias, la prediabetes y diabetes, la esteatosis hepática, los trastornos respiratorios del sueño, la mala condición física cardiorrespiratoria, etcétera”.
Para este experto, “sin duda, la actividad física moderada-intensa, practicada de forma regular (60 minutos al día), previene el desarrollo de obesidad y es una pieza fundamental, junto con una dieta saludable, en el tratamiento de la obesidad en niños y adolescentes. Pero, tal como destacó la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el año 2010 con las recomendaciones globales de actividad física y corroboran las guías americanas publicadas en el año 2018, para que sea eficaz es necesario una intensidad y una frecuencia determinada, que en muchos casos no se cumple”.
Factores de la vida actual que dificultan la práctica recomendada
Los factores que se han identificado como barreras para que los niños cumplan con estas recomendaciones son varios. Álvarez Pitti los clasifica en dos grupos:
Por un lado, las barreras estructurales, ya que la posibilidad de la práctica de ejercicio físico sin supervisión en las ciudades españolas es muy limitado. Esto implica que las familias tengan que recurrir a una actividad física reglada (práctica deportiva, clubs deportivos, gimnasios…) o que los progenitores tengan que estar presentes. En muchas ocasiones, debido a la falta de recursos, de tiempo o de motivación por parte de los padres, esto no es posible.
Por otro lado está el uso no adecuado de la tecnología, que favorece el sedentarismo. Desde el uso intensivo del transporte no activo hasta el uso desmesurado de todo tipo de pantallas.
¿Cómo influye el sedentarismo de los padres en los hijos?
“Como en cualquier hábito, el estilo de vida de la familia influye enormemente en el grado de sedentarismo del menor. Por ello, el objetivo de las políticas, de la educación y de las intervenciones médicas debería focalizarse en la familia, en la concienciación de los padres y madres de que la mejor manera de cuidar a sus hijos es ‘vivir y transmitir’ un estilo de vida saludable y activo. Escuela y familia son los dos pilares de la formación como persona de los niños”, afirma el miembro de la AEP.
Qué podrían hacer los colegios para fomentar la actividad física
“Una de las intervenciones a nivel escolar que ha demostrado mayor impacto en el incremento de la actividad física de los alumnos son los programas dirigidos a fomentar que vayan andando al colegio”, subraya Álvarez Pitti.
Según un estudio realizado por investigadores de las universidades de Edimburgo y de Strathclyde (ambas en Reino Unido) y publicado en la revista científica Pediatric Exercise Science, la actividad física que supone ir andando al colegio en los escolares cubriría entre un 23 y un 36% del total de la actividad física diaria recomendada por la OMS.
Por ejemplo, en el caso de un niño que tenga el colegio a 1 kilómetro de su casa, si realiza cuatro desplazamientos, supondría 4 kilómetros andando diarios. El ritmo de marcha que se considera actividad física de intensidad moderada es una marcha rápida a una velocidad de unos 5 o 6 km por hora. Así que con la actividad física que supone esos 4 kilómetros a marcha rápida se cubrirían más de la mitad de las recomendaciones diaria de actividad física de un niño. La Asociación Española de Pediatría, a través del Comité de Salud Medioambiental y el Comité de Promoción de la Salud, se ha volcado en la promoción de este tipo de actividades con la campaña “Caminando al cole”.
Por otro lado, Álvarez Pitti cuenta que desde la Unidad contra la Obesidad y el Riesgo Cardiovascular del Hospital General de Valencia estamos trabajando junto con profesores de primaria, en el desarrollo de una aplicación web, que facilite a los docentes la trasmisión de hábitos saludables en el aula. Este proyecto se está realizando gracias a Las Naves, el centro de innovación del Ayuntamiento de Valencia.
¿Los niños deben probar diferentes deportes y no solo por gustos?
Los niños pueden probar distintos deportes, pero siempre adaptados a la condición física y las habilidades que tengan. Así lo aconseja el experto de la AEP y pone el siguiente ejemplo: “Para un niño con obesidad grave no parece adecuado intentar que juegue al fútbol de delantero, por mucho que le apetezca, porque probablemente se lesione y, además, al no realizar la actividad con la exigencia requerida puede que se dañe su autoestima. Por ello, en nuestro centro realizamos una valoración de la condición física de los pacientes tanto cardiorrespiratoria, como de coordinación y flexibilidad, y prescribimos la que sea más adecuada. Progresivamente, a medida que mejora el paciente, se puede ir incrementando la exigencia”.
Y, por último, hay que considerar la disponibilidad que tienen las familias de que su hijo o hija puedan realizar cada actividad, ya que ha de ser una que sea mantenida en el tiempo. Si no se tienen en cuenta estos factores, la práctica de actividad física se puede convertir en algo percibido como negativo, disminuyendo la adherencia.
Consejos para aumentar la cantidad y calidad de ejercicio
Para conseguir este objetivo es necesaria una acción conjunta de varios actores, tal y como recomienda Álvarez Pitti. Por un lado, la de las instituciones, los colegios y los sanitarios promocionando la práctica de actividad física a través de campañas o intervenciones individuales o grupales que sensibilicen a los padres y entiendan la práctica de actividad física como un valor y que esta ascienda “peldaños” dentro de la escala de valores de las familias.
Una vez que la necesidad de actividad física está creada, hay que facilitar la práctica. Para ello es necesario tener las infraestructuras que permitan un transporte activo y la práctica deportiva segura y cercana.
Asimismo, es importante la formación entre los denominados “promotores de salud” (sanitarios, profesores y profesionales del deporte y la actividad física) que ayuden a las familias en este proceso de “valorización de la actividad física”.
Precisamente, ese es uno de los objetivos también del I Estudio sobre la obesidad infantil en España: aunar esfuerzos para combatir el problema de la obesidad. Por ello, aporta recomendaciones para actuar desde diferentes ámbitos: social, político, sanitario, familiar, comunitario y educativo.